Un destartalado autobús rodaba penosamente por una carretera
rural. En uno de los asientos, un anciano sostenía un hermoso ramo de flores
recién cortadas, que iban perfumando el aire enrarecido. Dos asientos más allá,
viajaba una linda joven que no podía dejar de mirar el ramo con ojos
asombrados. Llegó el momento en que el anciano tenía que bajarse. De pronto y,
ante la sorpresa de todos los pasajeros, le regaló el ramo de flores a la
muchacha que tanto las había admirado.
-Creo que a mi esposa le gustaría que las
tuviera usted – le dijo entre sonrisas-. Le voy a decir que se las di.
Arrancó el autobús y la muchacha que aceptó
desconcertada y agradecida las flores, pudo ver a través de la ventanilla que
el anciano estaba abriendo el portón de un pequeño cementerio.
Reflexión: Mucha
gente le lleva flores a los muertos en la tumba y durante toda su vida nunca
tuvo un detalle con ellos. Sé amable, regala la flor de tu sonrisa, mientras
puedas, a las personas que viven a tu lado. Como dice el viejo proverbio: “Más
vale regalarle una flor a un vivo que llorar torrentes sobre su tumba”. Resalta
lo positivo, sé un regalo para los demás, que tu vida estimule a vivir.
Regala la
flor de un beso, de una sonrisa. Una sonrisa dura un instante, pero puede ser
eterna en el recuerdo. Nadie es tan rico que no la necesite, nadie es tan pobre
que no pueda darla. Una sonrisa puede tumbar distancias y barreras, acercar los
corazones.
Fuente: Pérez E., Antonio. (2000). Para educar valores. Nuevas
parábolas. Editorial San Pablo. Caracas. Venezuela. https://antonioperezesclarin.com/parabolas/
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