Hace mucho
tiempo, un rey colocó una gran roca obstaculizando un camino.
Luego se
escondió y observó para ver si alguien quitaba la roca.
Algunos de los
comerciantes más adinerados del reino y cortesanos pasaron por el camino, y
simplemente giraron y pasaron al lado de la roca.
Muchos
culparon al rey ruidosamente de no mantener los caminos despejados, pero
ninguno hizo algo para sacar la piedra del camino.
Luego pasó un
campesino con una carga de verduras.
Al aproximarse
a la roca, el campesino puso su carga en el piso y trató de mover la roca a un
lado del camino.
Después de
empujar y fatigarse mucho, lo logró.
Mientras
recogía su carga de vegetales, vio una bolsa en el suelo, justo donde había
estado la roca.
Abrió la bolsa
y, dentro de ella, encontró una cartera que contenía muchas monedas de oro y
una nota del mismo rey indicando que el oro era para la persona que removiera
la piedra del camino.
El campesino
aprendió lo que los otros nunca entendieron: “Cada obstáculo presenta una oportunidad para mejorar, si se actúa en
vez de quejarse”.
Esta historia nos hace reflexionar sobre la importancia de afrontar los obstáculos que la
vida nos pone delante.
Esquivar los problemas, buscar
"culpables" o simplemente quejarnos no
solucionará nada, y la "roca" seguirá estando allí. Afrontar los
obstáculos, actuar, esforzarse… es lo que nos hará crecer como persona.
Mover las "rocas" seguramente implicará esfuerzo, sufrimiento,
capacidad de análisis, constancia … y todo ello nos hará más fuertes y
sabios. Superar los obstáculos nos hace mejorar
nuestra condición, crecer, evolucionar. La queja, y el evitar los
problemas sin afrontarlos, nos estanca.
Fuente: Adriana Sivolella (25 octubre 2009). Sembrando caminos.
https://sembrandocaminos.wordpress.com/2009/10/25/1374/
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