Hace 189
años, el 4 de junio de 1830, día viernes, muy temprano por la mañana, Antonio
José de Sucre toma el camino de su cita final. Murió asesinado en la montaña de
Berruecos, en Colombia, el Gran Mariscal de Ayacucho, egregio prócer militar,
político y estadista venezolano, figura fundamental de nuestra independencia,
uno de los más leales y consecuentes compañeros de armas e ideas del
Libertador, Simón Bolívar.
Dramatización de la muerte de Sucre... (Haga clic en el enlace)
El asesinato de Sucre fue como una “Crónica
de una muerte anunciada”, ya que el mismo fue planificado y ejecutado en las
Montañas de Berruecos- Arboleda (Nariño) Colombia, con alevosía, ensañamiento,
ventaja y premeditación. Tras la cobarde
acción, allí permaneció su cadáver por más de 24 horas hasta que los pobladores
de las localidades cercanas le dieran cristiana sepultura. Si el mariscal se
hubiese ido por Buenaventura, allí lo esperaba el general Pedro Murgueitio para
darle muerte; si optaba por la vía de Panamá lo acechaba el general Tomás
Herrera, y desde Neiva lo vigilaba el general José Hilario López.
El viernes 4 de junio de 1830, a muy tempranas horas de
la mañana, Antonio José de Sucre toma el camino hacia Quito. En el sendero
estrecho a Cabuyal, en las montañas de Berruecos (Colombia), cuatro asesinos
contratados por José María Obando lo esperaban. Ellos eran: Apolinar
Morillo (venezolano), Andrés Rodríguez y Juan Cruz (peruanos) y Juan Gregorio
Rodríguez (colombiano).
Cuando pasa la comitiva, una voz grita: “¡General Sucre!”. El joven General, de apenas 35 años de edad, voltea y en el acto suenan unos disparos. Sólo pudo oírsele decir: “¡Ay balazo!” y cayó de su caballo muerto el novel General cumanés, víctima de las intrigas y las ambiciones.
Al conocer la noticia, Bolívar, lleno de dolor, dijo: “Lo han matado porque era mi sucesor”.
Antonio José de Sucre fue uno de los militares más completos entre los próceres de la independencia sudamericana, considerado un pionero de los derechos humanos.
Fue una macabra conspiración política de gran
audacia y magnitud, todavía en vida de Bolívar, a quien asumían ya sin poder ni
salud para vengar su muerte. Con el asesinato
de Sucre, lograron sus detractores lo que no pudieron materializar ni culminar
con éxito 20 meses antes, en el atentado contra Bolívar en Bogotá, en la fría
noche del 25 de septiembre de 1828.
Fuentes:
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